DOMINGO DE RESURRECCIÓN - 2021
MONICIÓN DE ENTRADA
Hermanos y hermanas ¡Felices Pascuas de Resurrección! Cristo ha vencido a la muerte. Por nuestro bautismo tenemos una vida con Él. En la alegría de esta Pascua, nos encontramos aquí reunidos en torno de Jesús, el Señor resucitado. Él nos convoca para que vivamos su vida, para que nos llenemos de amor y de su paz. Lleno de alegría y esperanza comencemos nuestra liturgia cantando con mucho entusiasmo.
MONICIÓN PRIMERA LECTURA: Hechos de los Apóstoles 10, 34.37-43
Nosotros somos testigos
En la primera lectura San Pedro nos relata hoy a nosotros el resumen de la vida de Jesús. El pasó haciendo el bien y curando a los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con Él. Él murió, pero Dios lo resucitó. Escuchemos este gran mensaje.
Lectura de los Hechos de los Apóstoles 10, 34.37-43
En aquellos días, Pedro tomó la palabra y dijo:
«Vosotros conocéis lo que sucedió en toda Judea, comenzando por Galilea, después del bautismo que predicó Juan. Me refiero a Jesús de Nazaret, ungido por Dios con la fuerza del Espíritu Santo, que pasó haciendo el bien y curando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él.
Nosotros somos testigos de todo lo que hizo en la tierra de los judíos y en Jerusalén. A este lo mataron, colgándolo de un madero. Pero Dios lo resucitó al tercer día y le concedió la gracia de manifestarse, no a todo el pueblo, sino a los testigos designados por Dios: a nosotros, que hemos comido y bebido con él después de su resurrección de entre los muertos.
Nos encargó predicar al pueblo, dando solemne testimonio de que Dios lo ha constituido juez de vivos y muertos. De él dan testimonio todos los profetas: que todos los que creen en él reciben, por su nombre, el perdón de los pecados».
Palabra de Dios.
SALMO RESPONSORIAL
Éste es el día en que actuó el Señor: sea nuestra alegría y nuestro gozo.
Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.
Diga la casa de Israel:
eterna es su misericordia.
Éste es el día en que actuó el Señor: sea nuestra alegría y nuestro gozo.
«La diestra del Señor es poderosa,
la diestra del Señor es excelsa».
No he de morir, viviré
para contar las hazañas del Señor.
Éste es el día en que actuó el Señor: sea nuestra alegría y nuestro gozo.
La piedra que desecharon los arquitectos
es ahora la piedra angular.
Es el Señor quien lo ha hecho,
ha sido un milagro patente.
Éste es el día en que actuó el Señor: sea nuestra alegría y nuestro gozo.
MONICIÓN SEGUNDA LECTURA: De San Pablo a los Colosenses 3, 1-4
Busquen los bienes de allá arriba, donde está Cristo
El Bautismo hace al cristiano participar de la vida gloriosa. San Pablo nos exhorta a mostrar con obras concretas una vida renovada y distinta. Pongamos atención, hermanos y hermanas.
Después de la segunda lectura y antes del aleluya, se proclama la secuencia.
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Colosenses 3,1-4
Hermanos:
Si habéis resucitado con Cristo, buscad los bienes de allá arriba, donde Cristo está sentado a la derecha de Dios; aspirad a los bienes de arriba, no a los de la tierra.
Porque habéis muerto; y vuestra vida está con Cristo escondida en Dios. Cuando aparezca Cristo, vida vuestra, entonces también vosotros apareceréis gloriosos, juntamente con él.
Palabra de Dios.
SECUENCIA
Ofrezcan los cristianos
ofrendas de alabanza
a gloria de la Víctima
propicia de la Pascua.
Cordero sin pecado
que a las ovejas salva,
a Dios y a los culpables
unió con nueva alianza.
Lucharon vida y muerte
en singular batalla,
y, muerto el que es la Vida,
triunfante se levanta.
«¿Qué has visto de camino,
María, en la mañana?»
«A mi Señor glorioso,
la tumba abandonada,
los ángeles testigos,
sudarios y mortaja.
¡Resucitó de veras
mi amor y mi esperanza!
Venid a Galilea,
allí el Señor aguarda;
allí veréis los suyos
la gloria de la Pascua.»
Primicia de los muertos,
sabemos por tu gracia
que estás resucitado;
la muerte en ti no manda.
Rey vencedor, apiádate
de la miseria humana
y da a tus fieles parte
en tu victoria santa.
MONICIÓN AL EVANGELIO Según San Marcos 13, 33-37
Cristo habla de resucitar de entre los muertos
Escucharemos ahora el anuncio de la primera mañana de Pascua: Cristo ha resucitado. Él vive. Recibámoslo cantando con alegría el Aleluya.
Lectura del santo evangelio según san Juan (20,1-9):
EL primer día de la semana, María la Magdalena fue al sepulcro al amanecer, cuando aún estaba oscuro, y vio la losa quitada del sepulcro.
Echó a correr y fue donde estaban Simón Pedro y el otro discípulo, a quien Jesús amaba, y les dijo:
«Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto».
Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos corrían juntos, pero el otro discípulo corría más que Pedro; se adelantó y llegó primero al sepulcro; e, inclinándose, vio los lienzos tendidos; pero no entró.
Llegó también Simón Pedro detrás de él y entró en el sepulcro: vio los lienzos tendidos y el sudario con que le habían cubierto la cabeza, no con los lienzos, sino enrollado en un sitio aparte.
Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro; vio y creyó.
Pues hasta entonces no habían entendido la Escritura: que él había de resucitar de entre los muertos.
Palabra del Señor.
ORACIÓN UNIVERSAL
Como pueblo renovado por la Pascua de Jesucristo, oremos diciendo:
Jesús resucitado escúchanos.
- Por nuestro país y nuestro pueblo (se menciona el nombre del pueblo), para que crezca el deseo de buena convivencia y el interés por el bien de los demás. Oremos.
- Por todos aquellos que, entre nosotros y en cualquier lugar del mundo, no conocen a Jesucristo, para que puedan sentir ellos también la alegría del Evangelio. Oremos.
- Por la Iglesia, especialmente nuestra parroquia x, por cada uno de los cristianos, para que la resurrección de Jesucristo transforme nuestras vidas y nos lleve a ser luz de esperanza para nuestros hermanos. Oremos.
- Por los niños y la juventud, para que ellos compartan su alegría y su entusiasmo por la vida en su hogar y en su vecindario. Oremos.
EXHORTACIÓN FINAL
Te bendecimos, Padre por la resurrección de Jesús, tu Hijo,
mientras peregrinamos como tu pueblo errante por el desierto, atisbando
la aurora y saludando nuestra liberación.
Ésta es la nueva humanidad que nace con Cristo resucitado,
el hombre nuevo, el viviente, el vencedor de la muerte.
Haznos, Señor, hombres y mujeres nuevos,
para que, según tu mandato,
podamos ser testigos de tu resurrección y mostrar a los demás que el hombre
y mundo nuevos son posibles.
Para eso, vence nuestra apatía con la fuerza del Resucitado;
entonces creeremos eficazmente
y quedaremos asombrados de lo que tu Espíritu puede realizar en y por nosotros.
Amén.